8 de junio de 2008

Mariano Moreno, el periodista precursor

El 7 de junio se celebra el Día del periodista. Ayer se recordó a Américo Barrios desde este espacio y a todos los periodistas que dieron la vida ejerciendo su profesión en causas justas. Una nota aparte merecía uno de nuestros próceres: Mariano Moreno.

El 7 de junio de 1810 fundó el órgano oficial del gobierno revolucionario, "La Gazeta", donde escribió: "El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios in ventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de La Gazeta de Buenos Aires".
Decía Moreno en La Gazeta: "Las clases más pobres de la sociedad son las primeras que se apresuraron a porfía a consagrar a la Patria una parte de su escasa fortuna: empezarán los ricos las erogaciones propias a su caudal y a su celo, pero aunque un comerciante rico excite la admiración por la gruesa cantidad de donativo, no podrá disputar ya al pobre el mérito recomendable de la prontitud de sus ofertas".

Bregó incansablemente por la educación y la instrucción en los cuadros militares: "el oficial de nuestro ejército después de asombrar al enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de su instrucción. El que se encuentre desnudo de estas cualidades redoble sus esfuerzos para adquirirlas, y no se avergüence de una dócil resignación a la enseñanza que se le ofrece, pues en un pueblo naciente todos somos principiantes, y no hay otra diferencia que la de nuestros buenos deseos: el que no sienta los estímulos de una noble ambición de saber y distinguirse en su carrera, abandónela con tiempo; busque para su habitación un pueblo de bárbaros o de esclavos y huya de la gran Buenos Aires que no quiere entre sus hijos hombres extranjeros a las virtudes".

Tuvo, asimismo una gran preocupación por la educación pública: "Nada hay más digno de la atención de los magistrados que promover por todos los medios la mejora de la educación pública", para lo cual promovió la redacción e impresión de un libro de texto con las "nuevas ideas". Encargó a los Cabildos "repartirlo gratuitamente a los niños pobres de todas las escuelas y obligar a los hijos de padres pudientes a que lo compren en la imprenta".

Reivindicó a su amigo, otro gran patriota, Manuel Belgrano, abriendo su soñada Escuela de Matemáticas boicoteada permanentemente por los agentes del Consulado.
Hubo, como existen siempre con aquellos que bregaron por la Independencia de la Patria que lo catalogaron de agente del imperialismo inglés. Hay un texto de Moreno que desvirtúa esta maledicencia: “El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios. Aprendamos de nuestros padres y que no se escriba de nosotros lo que se ha escrito de los habitantes de la antigua España con respecto a los cartagineses que la dominaron: 'Libre, feliz, España independiente / Se abrió el cartaginés incautamente: /Viéronse estos traidores / Fingirse amigos, para ser señores; / Entrar vendiendo para salir mandando”.

Moreno dijo premoritoramente: "Quiero más bien correr el riesgo de ser asesinado por servir a mi patria, que presentarme en las calles con el aparato de los tiranos".
Para cumplir con una misión en Inglaterra partió el 24 de enero de 1811, a bordo de la nave británica Misletoe, al día siguiente trasbordó a la fragata mercante inglesa Fama, debiendo soportar un temporal que retrasó por dos días el viaje y haciendo temer por el destino de la embarcación.

Moreno estaba deprimido y le comentó a su hermano Manuel y a Tomás Guido que lo acompañaron: ”No sé que cosa funesta se me anuncia en este viaje”. Sus enemigos eran muchos y no podía extrañar que alguien intentara asesinarlo, así lo creía Moreno, sus amigos y familiares
La salud de Moreno empeoraba, resquebrajada por las vicisitudes del viaje y fue aquí donde comienza a jugar un papel por demás sospechoso el capitán del barco. Cuando los acompañantes de Moreno le solicitaron que desviara la marcha hacia Río de Janeiro o ciudad del Cabo para atender al enfermo, pues a bordo no había médico, el capitán sin demasiadas explicaciones se negó, pero no sólo eso sino que mantuvo al barco en una irritante marcha por demás lenta.

Todo indica que murió debido a una sobredosis de un medicamento administrado por el capitán del buque. Según las posteriores conjeturas de su hermano Manuel Moreno y de Tomás Guido, sus secretarios y acompañantes en dicho viaje, fue envenenado por éste.

No hay comentarios.: