La noche yace muda como un ajusticiado,
Más allá del silencio nuevos silencios crecen,
Cien pupilas recelan las sombras de la sombra,
Velan las bayonetas y el presidente duerme.
Muchachos ateridos desbrozan la maleza
Para que sea más duro el lecho de la muerte...
En sábanas de hilo, con piyama de seda
El presidente duerme.
La luna se ha escondido de frío o de vergüenza,
Ya sobre los gatillos los dedos se estremecen,
Una esperanza absurda se aferra a los teléfonos,
Y el presidente duerme.
El llanto se desató frente a las altas botas.
Calle mujer, no sea que el llanto lo despierte.
Sólo vengo a pedirle la vida de mi esposo.
¡El presidente duerme!
Reflectores desgarran el seno de la noche,
El terraplén se aprestó a sostener la muerte,
El pueblo se desveló de angustia y de impotencia
Y el presidente duerme.
De cara hacia la noche sin límites del campo,
Las manos a la espalda, se yerguen los valientes,
Los laureles se asombran en las selvas lejanas
Y el presidente duerme.
Tras de las bocas mudas laten hondos clamores...
con su deber y que ninguno tiemble
De frío ni de miedo! En una alcoba tibia
El presidente duerme.
Viva la patria! Y luego los dedos temblorosos,
Un sargento que llora, soldados que obedecen,
Veinticuatro balazos horadando el silencio...
Y el presidente duerme.
Acres rosas de sangre florecen en los pechos,
El rocío mitigó las heridas leves,
Seis hombres caen de bruces sobre la tierra helada
Y el presidente duerme.
¡Silencio! ¡Que ninguno levante una protesta!
¡Que cese todo llanto! ¡Que nadie se lamente!
Un silencio compacto se adueñó de la noche.
Y el presidente duerme.
¡ Oh, callan, callan todos! Callan los camaradas...
Callan los estadistas, los prelados, los jueces...
El Pueblo ensangrentado se tragó las palabras
Y el presidente duerme.
El Pueblo yace mudo como un ajusticiado,
Pero, bajo el silencio, nuevos rencores crecen.
Hay ojos desvelados que acechan en la sombra
Y el presidente duerme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario