El 20 de noviembre de 1845, un convoy comercial de noventa navíos mercantes custodiado por buques de guerra ingleses y franceses, intentarían remontar el Río Paraná en demostración de no existir soberanía argentina sobre el río, llevando mercaderías a las provincias del litoral y al Paraguay. La intención además era ocupar los ríos interiores con sus escuadras, obligar a la "libre navegación" del Plata y sus afluentes y convertir a Montevideo en una factoría comercial para ambas potencias.Para ese entonces, Juan Manuel de Rosas era el Gobernador de la provincia de Buenos Aires y el depositario de las relaciones exteriores de la Confederación. En su segunda gobernación, Rosas había empezado a independizar comercialmente a la región promulgando la ley de aduanas, expropiando el Banco Nacional, prohibiendo la exportación de metales e imponiendo fuertes aranceles a la navegación de buques extranjeros en los ríos interiores para proteger las nacientes industrias locales.
En 1840 logró vencer el bloqueo de los franceses en una primera intervención armada y, la experiencia de esa lucha, la sabría aprovechar para vencer a la segunda intervención conjunta de Inglaterra y Francia. Con patriotismo, inteligencia y astucia, Rosas preparó la defensa cerrando el Paraná con baterías escalonadas a lo largo de sus costas para librar batalla contra sus agresores.
La principal defensa se encontraba en la Vuelta de Obligado al norte de la ciudad de San Pedro. Allí, el General Lucio V. Mansilla hizo tender de costa a costa sobre 24 lanchones tres gruesas cadenas para impedir el paso de las embarcaciones y ocupó con dos mil hombres las trincheras y baterías emplazadas en el lugar. Cuando los extranjeros avanzaron, Mansilla ordenó la defensa y proclamó a la tropa: "¡Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que recorre por el territorio de nuestro país. ¡Pero no lo conseguirán impunemente! ¡Tremola en el Paraná el pabellón azul y blanco y debemos morir todos antes que verlo bajar de donde flamea!".
Las bajas de los argentinos resultaron muchas por el heroísmo en la defensa de la posición y por la desproporción en el armamento, pero el hecho, demostraría a los interventores que no podrían vencer, pues la guerra de resistencia sería franca e implacable. Las noticias de las pérdidas comerciales sufridas por el convoy y los relatos de la hidalguía y bravura de los argentinos llegaron a Londres. La victoria Argentina demostró que los triunfos no dependen de quien tenga más soldados y mayor poder de fuego, sino, de quien tenga la mas inteligente y ordenada estrategia, sin divisiones en el frente interno y llevando una excelente política exterior que explote las contradicciones del adversario.
13 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Es hora de revisar esta historia revisionista típica.
1ro) Rosas no era argentina, Rosas era ganadero de Buenos Aires
2do) Los barcos iban a Corrientes, donde habia industria y un desarrollo superior al de Buenos Aires merced a un gobernador correntino extraordinario (Ferrer).
3ro) Rosas defendia los derechos aduaneros para Buenos Aires. El cancer porteño ya existia.
Federal era Dorrego. Este Rosas era un Menem mas. Uso el estado para su propio bien y el de sus amigos (que cuando fue derrotado se hicieron todos kirchneristas, quiero decir liberales)
SOY DEL INTERIOR DE ARGENTINA Y ROSAS NO ES MI HEROE NI UN PROCER
Publicar un comentario