El 16 de febrero pasado murió, apenas cruzando los 50, Elvio Vitali. Lo conocí en la librería Gandhi acompañando a mi esposa, Victoria Morán, cantante de tangos ella, para ver que posibilidad existía, después de varios intentos fracasados en otros lugares, de presentar el primer compacto que había grabado.
Pocas veces vi a un tipo tan predispuesto y tan amable en brindarnos su espacio. Elvio ya conocía a Victoria por Luisito Cardei y no tuvo reparo alguno en ofrecernos su escenario en el Bar-Librería Gandhi.
Charla va, charla viene, el de Avellaneda, yo de Don Bosco…yo hincha de Racing: primer cargada…él de Independiente. No tuve muchas defensas para argumentar ya que -¡y me lo dijo!- de los últimos diez partidos Independiente nos vacunó en seis y Racing apenas había ganado uno…¿que podía decir?
Ya más distendidos y con más confianza, pasaba cada viernes de las actuaciones de Victoria y las charlas con Elvio eran muy amenas. Y llegó el comentario de los Cines Roca y Colonial de Avellaneda, con diferencia de una década entre él y yo, las rateadas a la escuela para ver en esos cines históricos las tetas, más que generosas, de la Coca Sarli; la propina a los acomodadores para poder entrar – éramos pibes de 13, 14 años -, y muchas otras cosas, con las cuales nos moríamos de risa, cosas boludas, anécdotas barriales de zona sur.
También nos unía el peronismo, desde diferentes visiones lógicas por diferencia de época, pero aunados en la emoción cuando mirábamos esa hermosa foto de Evita detrás de la barra de la Gandhi. No llegué a ser amigo de Elvio por el poco tiempo que lo traté y lo esporádico de nuestros encuentros, pero no quería dejar de recordarlo como un gran tipo, como un militante de la cultura, como un tanguero de aquellos y principalmente como un tipo muy generoso…lo que no es poca cosa.
Pocas veces vi a un tipo tan predispuesto y tan amable en brindarnos su espacio. Elvio ya conocía a Victoria por Luisito Cardei y no tuvo reparo alguno en ofrecernos su escenario en el Bar-Librería Gandhi.
Charla va, charla viene, el de Avellaneda, yo de Don Bosco…yo hincha de Racing: primer cargada…él de Independiente. No tuve muchas defensas para argumentar ya que -¡y me lo dijo!- de los últimos diez partidos Independiente nos vacunó en seis y Racing apenas había ganado uno…¿que podía decir?
Ya más distendidos y con más confianza, pasaba cada viernes de las actuaciones de Victoria y las charlas con Elvio eran muy amenas. Y llegó el comentario de los Cines Roca y Colonial de Avellaneda, con diferencia de una década entre él y yo, las rateadas a la escuela para ver en esos cines históricos las tetas, más que generosas, de la Coca Sarli; la propina a los acomodadores para poder entrar – éramos pibes de 13, 14 años -, y muchas otras cosas, con las cuales nos moríamos de risa, cosas boludas, anécdotas barriales de zona sur.
También nos unía el peronismo, desde diferentes visiones lógicas por diferencia de época, pero aunados en la emoción cuando mirábamos esa hermosa foto de Evita detrás de la barra de la Gandhi. No llegué a ser amigo de Elvio por el poco tiempo que lo traté y lo esporádico de nuestros encuentros, pero no quería dejar de recordarlo como un gran tipo, como un militante de la cultura, como un tanguero de aquellos y principalmente como un tipo muy generoso…lo que no es poca cosa.
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