23 de mayo de 2008

Hugo del Carril...un hombre íntegro


Como cantante deslumbró por su estilo, pero tras grabar la “Marcha peronista” padeció la cárcel y pasó a una lista negra en 1955 por orden de la Libertadora. Como actor y cineasta dejó títulos inolvidables que hablan del sentir de su pueblo. Fue hombre de convicciones, exigente, íntegro, jugado. Conoció halagos, fortuna, pero también el fracaso. Se casó tres veces y hasta quedó en la ruina. Todo un mito, su vida sería como alguna de sus laureadas películas.

Hugo Del Carril eligió siempre. Eligió ser el cantor, el brillante cineasta, el romántico seductor, el recio, el quijote peronista, el referente artístico y ético. Quizás allí descanse buena parte de su valía como hombre auténtico que, luego de una vida plena en éxitos y amarguras, a pocos meses de morir eligió soñarse a si mismo. Ya viejo, cansado y sin voz, Hugo Del Carril se soñaba: “Sueño que canto, solo, sin orquesta ni guitarras. Solo canto”.

Piero Bruno Hugo Fontana, tal su nombre real, nació el 30 de noviembre de 1912, en el barrio de Flores, en la casa ubicada en San Pedrito 256. Sus padres, italianos de acomodada posición económica, fueron Orsolina Argentina y Hugo Fontana, nacido en Milán y de profesión arquitecto.

Pero a pesar de las comodidades y la vida holgada que llevaban, la pareja se separó y el pequeño quedo a cargo de una familia amiga formada por Francisco y Alina Faure. “Yo fui abandonado por mis padres cuando tenía dos años y nunca los perdoné”, recordaría años después. “Me crié de casa en casa, rodando. Pero después cuando mis padres estuvieron mal los cuidé hasta que murieron. Eso sí, jamás fui a visitar su tumba porque nunca los perdoné. Yo soy así”, decía con pesar.

El joven cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Mariano Moreno, de donde fue expulsado por sus continuas inasistencias. Es que se iba al bar de Culpina y Provincias Unidas, donde concurría gente del ambiente artístico, deseoso de probarse como cantor.
En 1927 y con apenas 15 años realizó una de sus primeras presentaciones con los Hermanos Leguizamón, bajo el seudónimo de Pierrot. Mientras, y para mantenerse, trabajó como operario en una fabrica de jabón y en una cristalería. A la par incursionó como locutor radial y “estribillista”. Por esa época viajó a Pocitos, Uruguay, a visitar a su abuelo, el psicólogo Orsini Bertani, expulsado de Argentina por su militancia anarquista. Fue una despedida y un primer aprendizaje de lo que significa ser fiel a los ideales.

En 1930 conoció a Roberto Acuña, que integraba el radioteatro “Chispazos de tradición”, que lo llevo por primera vez a Radio Nacional. Juntos formaron el dúo Acuña-Del Carril que término cuatro años después cuando Acuña falleció. Depresivo, el cantor pensó en abandonar la carrera e incluso asistió a una escuela nocturna para estudiar taquigrafía, pero los amigos lo instaron a continuar, y en 1935 llego a Radio El Pueblo como solista. Su primer contrato fue por 180 pesos mensuales.
Un año después debutó en Radio El Mundo interpretando “Guitarra, guitarra mía”. Trabajando allí conoció a Tito Rivero, que se transformaría en su colaborador musical permanente. Por esa época, Del Carril rompió su noviazgo con Perla Moreno, una actriz del momento.

En 1937 el cineasta Manuel Romero lo contrató para grabar uno de sus tangos, “Tiempos viejos”, en la película “Los muchachos de antes no usaban gomina”, donde actuó junto a Enrique Serrano, Mecha Ortiz, Santiago Arrieta y Sabina Olmos. Por entonces el sello Lumiton lo contrató para filmar tres películas, la primera de ellas “La vuelta de Rocha” junto a Amanda Ledesma, a la que siguió “Tres anclados en Paris” y “Madreselva”. En esta última conoció a Ana María Martínez, luego llamada Ana María Lynch, con la que vivió una tormentosa relación que fue la comidilla de los sets. Mientras su fama de galán y actor de temperamento crecían, Del Carril participó en “La vida es un tango”, “La vida de Carlos Gardel” y “Gente bien”.
A esa lista se sumaron: “El astro del tango”, “Confesión”, y en 1941 batió record de taquilla con “La canción de los barrios”, “En la luz de una estrella” y “Cuando canta el corazón”.

Pero su ascendente carrera artística comenzaría en 1943 a mezclarse con su gran pasión: la política. Ese año filmó “La pasión imposible” y “La piel de zapa”, y conoció al por entonces ministro de Guerra, Juan Domingo Perón, a quien entregó una carta del ex presidente mexicano Ávila Camacho.
En el ’45 se estreno “La cabalgata del circo”, donde Del Carril besó a Maria Eva Duarte. “Con ella hablábamos de muchas cosas, pero especialmente de las necesidades de la gente humilde. Ella se sentía predispuesta a esa gente por su origen que jamás negó”, decía el actor.

Al año siguiente en México protagonizó “Canción desesperada” y “La noche y tu” con singular éxito. Se lució interpretando “Compadrón”, “Che, papusa, oí” y “Pobre mi madre querida”, leit motiv de la película que luego filmaría. Durante un viaje a México salió a desmentir su propia muerte. El rumor, el primero de una larga seguidilla, lo implicaba a el y a su compañera Ana Maria Lynch, en un accidente de tránsito.

En 1949 protagonizó, dirigió y produjo “Historia del 900”, en la que formó pareja con Sabina Olmos. Ese mismo año grabó la ya legendaria “Marcha peronista” que le valió su consagración definitiva. “La grabé por convicción y por pedido expreso del General Perón, aun sabiendo que sería mas recordado por la marchita que por los tangos que he grabado”, diría tiempo después.

Al año siguiente protagonizó “El último payador” personificando a José Betinotti. En 1952, con “Las aguas bajan turbias” alcanzó el mayor suceso de su vasta filmografía. El guión pertenecía al militante comunista Alfredo Varela, que desde la cárcel colaboró con la adaptación. Pero el hombre fuerte de la censura Raúl Alejandro Apold, secretario de Prensa y Difusión, prohibió que Del Carril cantara en Radio Splendid por “comunista”. Del Carril intercedió ante Perón por Alfredo Varela que inmediatamente fue liberado.

– ¿Por que esta preso? –preguntó el entonces presidente.

–Por orinar frente a la embajada soviética –contesto el artista.

Luego de reírse, el general respondió: “Mire, al final somos todos un poco comunistas, si al final lo que buscamos es la justicia social”.

En 1953 dirigió y actuó en “El negro que tenií el alma blanca”. Dos años después protagonizó “Vida nocturna”, “La Tierra del Fuego” y “La Quintrala”, pero la denominada Revolución Libertadora, que había derrocado al gobierno democrático en 1955, le tomó cincuenta y tres salas de estreno, lo que significó un desastre económico. Por si esto fuera poco fue detenido para prestar declaración ante la Comisión Investigadora de Cine a la que también asistieron Luis Cesar Amadori y los hermanos Mentasti. Preso durante 41 días, Del Carril sabía que estaba pagando el precio de su lealtad al peronismo. Los testimonios de otros presos afirmaban que Hugo cantaba a viva voz la marcha peronista a pesar de los chorros de agua a presión de los guardiacárceles.

En el ’56, luego de protagonizar “El ultimo perro”, y mientras filmaba “Mas allá del olvido” fue detenido en la penitenciaria de avenida Las Heras y Coronel Díaz, acusado de haber obtenido fondos del estado para financiar “La Quintrala”. Lo curioso es que esa película había sido vetada por el peronismo y por los “libertadores”. Posteriormente, un alto jefe militar lo llama a su despacho y le ofreció reiniciar su actividad artística a cambio de que denigrara públicamente al general Perón. La respuesta fue contundente e imaginable: “Jamás”.

Un año después, protagonizó junto a Gilda Lousek “Una cita con la vida”. Inmediatamente se los ligó sentimentalmente. En Montevideo, junto a ella y su madre, Orsolina Bertani de Fontana, sufre una indisposición que hace temer por su vida. El diagnóstico fue preciso: pre infarto, producto de los 80 cigarrillos diarios que fumaba.

Restablecido, en 1960 dirigió y actuó en “Culpable”. Por esa época, solo y definitivamente separado de sus antiguos amores, conoció en Sadaic a Violeta Curtois, una joven morocha de tez blanca y dulzura infinita, de la que se enamoro perdidamente. Al año la convirtió en su esposa. En 1962 dirigió y protagonizó “Amorina” y “Esta tierra es Mía”, las dos junto a Tita Merello que, luego de los rodajes, asevero: “Ni sueñe que es fácil trabajar con él. Hugo es muy exigente. Con él hay que ensayar y ensayar, y solo cuando considera que se ha alcanzado el punto ideal, se pasa a filmar”. A fines de ese año Hugo sufrió un accidente automovilístico en la ruta a Tandil. Nuevamente se habló de su trágica muerte.

Pero también vendrían tiempos de alegría. El 3 de mayo de 1963 nació Marcela Alejandra Fontana, primer fruto de su amor con Violeta. Al año siguiente dirigió y protagonizó “La calesita”, “La sentencia” y “Buenas noches, Buenos Aires”. En esta ultima, el primer musical en colores de Argentina, reunió a figuras como Julio Sosa, Néstor Fabián, Jorge Sobral, Mariano Mores, Virginia Luque, Aníbal Troilo y Beba Bidart, entre otros. Pero el esfuerzo no es reconocido debido a su pasado político y el Instituto Nacional de Cinematografía lo excluyó de la delegación argentina que se presento en un festival de Acapulco.

El 26 de octubre de 1965 nació su segundo hijo, Hugo Miguel, y apenas un año después llegó el turno de la pequeña Amorina.

Cuatro años después Del Carril, que había sido papá nuevamente, esta vez de Eva, fue convocado para protagonizar “El día que me quieras”, un sentido homenaje a Carlos Gardel. También concretó dos largometrajes dirigido por Enrique Carreras: “Viva la vida” y “Amalio Reyes, un hombre”.

En el ’71 firmó contrato de exclusividad con Canal 11 donde encabezó “Tango Club”. Al mismo tiempo continuó presentándose en la “Carpa del Pueblo”, una exitosa idea que compartió con Saulo Benavente. En el mes de octubre en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, de Cabildo y Juramento, Hugo y su esposa Violeta bautizaron a todos sus hijos, apadrinados por Juan Domingo Perón, que en el exilio envió a padrinos sustitutos.

Un año después Hugo del Carril y Tita Merello debutaron en una carpa instalada en Mar del Plata con increíble suceso. En el ’73 protagonizó “Siempre fuimos compañeros”. Por ese entonces y superada su prohibición política se estrena “La mala vida”. En el ’75 dirigió “Yo maté a Facundo”, filme con el que se despidió del cine como director.

En 1976 la sangrienta dictadura militar no le perdonó su clara e incondicional identificación con Perón y Evita y además de prohibirlo intentó desterrarlo al territorio del olvido. Al dejar su vivienda de Palermo Chico, exclamó: “No puedo estar entre oligarcas” y se recluyó en una casona de la calle Cangallo al 1900. Alimentado por la saña, el régimen hizo circular nuevamente rumores sobre su muerte.

En 1982, luego de años de silencio, confesó sentidamente: “Todas las noches, cuando me acuesto, recorro a mis muertos. La lista es cada vez mas larga, pero los voy evocando lentamente. Recuerdo a cada uno de mis viejos amigos y disfruto de nuevo los momentos felices que pasé con ellos. Eso me acerca a Dios, y así, despacito… me quedo dormido”.

Con el retorno a la democracia fueron muchos los admiradores que quisieron saber de su vida, y en el ’86 con más de dos mil personas como testigos, en el Teatro Presidente Alvear fue nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. En medio del llanto y la emoción Hugo, junto a sus hijos, alcanzo a decir: “Esta distinción no me pertenece únicamente. Y ustedes saben con quien hubiese querido compartirla y que ya no está: Violeta”. Su compañera de toda la vida había fallecido el 12 de abril de ese año.

Sin poder superar la perdida de su gran compañera, el 16 de enero de 1988, Hugo Del Carril ingresó a la sala de terapia intensiva del Hospital Privado de Mar del Plata con un complejo cuadro de infarto de miocardio. Raúl Matera, su amigo y médico, señalo: “Su vida está supeditada únicamente a su corazón”. La recuperación fue lenta y progresiva, lo suficiente para asistir el 9 de setiembre de ese año a un homenaje que se le realizó en el Luna Park, al cumplirse 50 años de su primera actuación.

Pero el final estaba cerca. El gran cantor y cineasta murió el 13 de agosto de 1989 a las 19.40 en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, a causa de una descompensación cardíaca. Fue velado como Ciudadano Ilustre en el Salón de los Pasos Perdidos del Concejo Deliberante porteño. Una multitud de seres anónimos que respetó y agradeció cada uno de sus gestos honorables y éticos lo despidió. Sus restos descansan actualmente junto a los de su amada Violeta en una bóveda del cementerio de Olivos.

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