Raúl Scalabrini Ortíz tuvo, a lo largo de toda su vida, la lucidez de entender y denunciar la farsa perfectamente organizada de un sistema de entrega, dominación extranjera y explotación, vestida con los símbolos patrios usurpados por el cipayaje argentino.
“Bajo espejismos tentadores y frases que acarician nuestra vanidad para adrmecernos, se oculta la penosa realidad americana”.
Acusaba como cómplice del despojo a "la oligarquía vernácula" y a los que consideraba "personeros intelectuales puestos a su servicio" y, realizando una extraordinaria y paciente labor, expuso con claridad su visión desde dónde y como se manejaban los hilos del destino de nuestra Patria. También escribió otros ensayos como "Tierras sin nada", "Tierra de profetas", siendo considerado -junto con Arturo Jauretche- como precursor del revisionismo histórico y del pensamiento profundo del "Ser Nacional".
“Bajo espejismos tentadores y frases que acarician nuestra vanidad para adrmecernos, se oculta la penosa realidad americana”.
Acusaba como cómplice del despojo a "la oligarquía vernácula" y a los que consideraba "personeros intelectuales puestos a su servicio" y, realizando una extraordinaria y paciente labor, expuso con claridad su visión desde dónde y como se manejaban los hilos del destino de nuestra Patria. También escribió otros ensayos como "Tierras sin nada", "Tierra de profetas", siendo considerado -junto con Arturo Jauretche- como precursor del revisionismo histórico y del pensamiento profundo del "Ser Nacional".
Scalabrini Ortiz nació el 14 de febrero de 1898 y murió el 30 de mayo de 1959. Periodista, investigador histórico, su prédica continuará hasta el instante de su muerte. Estudió en la Facultad de Ciencias Exactas y se dedicó a la ingeniería hasta que llegó a Buenos Aires y se vinculó al enfrentamiento literario de los grupos Boedo y Florida. Por temperamento y formación estaba más cerca de la gente de la revista "Martín Fierro", del grupo Boedo.
En "El hombre que está solo y espera" crea un arquetipo de porteño: el hombre de Corrientes y Esmeralda. El libro marca el comienzo de una fractura con el pensamiento cosmopolita. Una lectura significativa de la obra demostrará que todos los ingredientes básicos de la formación de la conciencia nacional aparecen enunciados en este libro,editado en 1931. La gran receptividad en el público no es casual cuando se identifica con una metodología que enfrenta la “realidad” versus “teorización vacía”.
Con respecto a esta obra dijo: “Este libro compendia los sentimientos los sentimientos que he soñado y proferido durante muchos años en las redacciones, cafés y calles de Buenos Aires”…“yo realzaba en mi libro las virtudes de la muchedumbre criolla y demostraba que su valoración no debía emprenderse de acuerdo a las reglas y cánones europeos: daba una base realista a la tesis esencial de la argentinidad y sentaba la tesis de que nuestra política no es más que la lucha entre el espíritu de la tierra, amplio, generoso, henchido de aspiraciones aún inconcretas y el capital extranjero que intenta constantemente someterla y juzgarla”.
“El capital extranjero puede producir la “norteamericanización” de la juventud argentina” advierte, premoritoriamente, apuntando al soporte estructural de la cuantía de injurias que hundieron en la desesperanza al pueblo argentino.
En Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (F.O.R.J.A.) publicó varios cuadernos de temas relacionados con los ferrocarriles y el petróleo, serie de cuadernos en la que también participaron Gabriel del Mazo, Arturo Jauretche, Homero Manzi, Amable Gutiérrez Diez y Héctor Maya, entre otros. En la década de 1930 realiza como intelectual una intensa labor para esclarecer al pueblo de que el país era una colonia del Imperio Británico.
Otra de sus obras notables que ningun argentino debe dejar de leer es: “Política Británica en el Río de la Plata”. En las primera hojas escribió: “El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsa las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de estas falsías”.
El 10 de junio de 1944 asistió a una conferencia del Coronel Juan Domingo Perón en la ciudad de La Plata. Perón condenó al capital extranjero y defendió el desarrollo de la industria nacional.Luego de la exposición, Scalabrini se le acercó y le hizo saber a Perón de la necesidad de nacionalizar los ferrocarriles.
Por su profesión debió recorrer el interior por los años 1944 y 1945, donde pudo apreciar el cambio social que se puso en marcha con la política desarrollada por Perón, las leyes laborales se comenzaron a cumplir y los siempre olvidados comenzaron a ser escuchados.
Presenció maravillado el 17 de octubre de 1945 al que definió: ”Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción de terremoto” “Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan, que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”. “Éramos brizna de multitud y el alma de todos nos redimía. La sustancia del pueblo argentino, su quintaesencia de rudimentarismo estaba allí presente”.
Con la asunción de Perón, Scalabrini Ortiz bregó incansablemente por la nacionalización de los ferrocarriles hasta que el 13 de febrero de 1947, el gobierno nacional implementó esa histórica medida que había contado con Scalabrini como su más entusiasta propulsor. La política del gobierno peronista, además de recuperar la soberanía sobre la riqueza nacional, también provocó una notoria mejoría de la situación de los más necesitados, que por primera vez eran escuchados y sus problemas más acuciantes solucionados.
Scalabrini Ortiz apoyó al gobierno popular pero con su inamovible espíritu crítico, alertando que aún importantes sectores económicos continuaban en manos extranjeras y que la oligarquía ganadera se encontraba agazapada esperando el momento para reaccionar. El gobierno de Perón no encontró ningún lugar adecuado para pensadores de la talla de Scalabrini Ortiz, a tal punto que en septiembre de 1955 cuando cayó el gobierno, estaba casi retirado de la actividad política, porque prefería no realizar ninguna crítica que pudiera perjudicar al gobierno,pero una vez producida la derrota, cuando muchos burócratas que ocuparon cargos de importancia huyeron o se llamaron a silencio, Scalabrini, junto a Jauretche, efectuaron su reaparición para hacer sentir su voz contra la oligarquía, de nuevo en el poder.
Scalabrini se encontró en una esquina del centro con su amigo Leopoldo Marechal, luego del golpe de la fusiladora y le dijo: “Hay que empezar a hacer todo de nuevo. Todo otra vez...”
Este resumen trató de presentar la obra de Raúl Scalabrini Ortiz, investigador y escritor notable, con una voluntad sacrificada de servir al país que le costó la pérdida de todos los triunfos materiales que tenía a su disposición, pero lo premió con el título que ya nadie podrá discutir: el de “descubridor de la realidad argentina”.
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